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Cuidemos nuestro Occidente | Nortes | Centradas en la periferia

Nuria Saavedra

No todo vale en la creación de empleo en el medio rural. Es fundamental el equilibrio social, económico y medioambiental.

Ayer acompañé a los coportavoces de Verdes EQUO Asturies, Mati Huerta y David Díaz, a conocer la situación actual del Occidente asturiano. Y hoy tengo una doble sensación. Por un lado, una emoción de alegría por ver la consciencia e implicación de una parte de la ciudadanía en sus necesidades y soluciones (Asociación Todos Somos Jarrio; Plataforma Oro No en las Lagunas de Salave; Plataforma Xente de Oscos-Eo; la Finca “El Cabillón” de la Fundación Edes y su proyecto de integración de Centro Especial de Empleo, con una producción ecológica creciente e innovadora; el proyecto Eo Alimenta, que une la frontera asturgalaica y plantea un nuevo concepto de biorregión, y otros muchos. Todo ello en la línea de una comarca que siempre, desde que yo me encuentro vinculada afectivamente a ella, ha trabajado con una perspectiva de desarrollo de calidad, en beneficio de la comunidad y con una misión y visión de futuro. Y por otro lado, es una sacudida visual y sentimental por lo que se está intentando disponer y ordenar para el Occidente asturiano. Pero me centraré en tres cuestiones.

En primer lugar, Exploraciones Mineras del Cantábrico, que es la filial española de la británica Black Dragon Gold, presentó un nuevo proyecto para la extracción de oro en las lagunas de Salave que introduce que la actividad concentre la explotación en el subsuelo (no a cielo abierto) y en edificios industriales, con un emisario para verter al mar. Más de lo mismo. Con el marketing de una improbable y espectacular generación de empleo de hasta mil puestos directos que se señaló al inicio, y ahora anunciando solo unos doscientos directos y unos mil indirectos, se pretende invisibilizar el daño que provocará al territorio (turismo, agricultura, ganadería, pesca, biodiversidad). Y no hay respuesta para muchas preguntas: ¿Cuántos de esos puestos serán cubiertos por la población de la zona? ¿Durante cuánto tiempo? ¿El empleo sería continuo o dependería de la oferta/demanda/precio del oro? Para mí, sin duda, el territorio pierde más que gana. Todo esto en un contexto jurídico de protección del medio ambiente marcado por el cambio climático, con una ley de minas preconstitucional (1973) e incompatible con la organización territorial del Estado español y el reparto constitucional de competencias.

En segundo lugar, me gustaría apuntar hacia una cuestión, en mi opinión, generalizada en diversos sectores: ¿Quién lleva a cabo el seguimiento y control de las acciones? No solo son importantes las decisiones que se toman, sino también la inspección y vigilancia del cumplimiento. Y, de esta manera, me pregunto: ¿Quién lleva a cabo el seguimiento y control de la Reserva de la Biosfera de Río Eo, Oscos y Terras de Burón? La ampliación masiva y desordenada de parques eólicos amenaza la Reserva de la Biosfera. Por supuesto que apoyo la energía eólica, pero en cooperación y escuchando a la comunidad del territorio donde se van a implantar los parques. Además, en algunos núcleos de población hay viviendas y ganaderías que están a menos de mil metros de los aerogeneradores, incumpliendo las distancias mínimas establecidas en la normativa vigente. Además, al visualizar el mapa de Asturias de posibles futuros parques eólicos se observa la unificación intensiva de los parques solo en la zona occidental. Así, el impacto no solo será ambiental. De nuevo la fuerza de las empresas y la rentabilidad del negocio pretenden arrebatar el derecho de la comunidad sobre su tierra, en la que viven y quieren permanecer.

En tercer lugar, a principios de julio el Gobierno del Principado presentó un borrador del Plan de Ordenación de Recursos Forestales en el que el hasta ahora prohibido Eucalyptus nitens será autorizado próximamente (reivindicación de los propietarios forestales asturianos), con restricciones, en espacios naturales protegidos. Lo que he visto ayer no es la previsión para Asturias, que cada año se planten trescientas nuevas hectáreas de eucalipto, ni tampoco la potenciación del castaño y el roble. Solo hace falta pasear por las cumbres para ver las grandes extensiones de plantación de eucalipto y reforestación con pino.

No todo vale en la creación de empleo en el medio rural. Es fundamental el equilibrio social, económico y medioambiental. Hay que pensar en la población, en el territorio y en acciones que den un valor añadido a largo plazo. Desde esta perspectiva, se potenciarán nichos de negocio sostenibles y legales, apoyados y creados por su población (autóctona y neopaisana o neorrural), que deseará permanecer en el territorio en el que eligieron vivir porque ven posibilidades de presente y futuro.

“No todo vale en la creación de empleo en el medio rural”

Siempre va a aparecer gente que llega desde fuera con una visión financiera y que plantea propuestas de negocio cuyo esencial objetivo es la ganancia y el beneficio, y que cuando la operación no produzca interés, en términos de rentabilidad, se marchará con el mínimo coste. Pero quienes viven y permanecerán en el territorio, quienes optan por regresar o el nuevo paisanaje desearán que, antes, durante y después de cualquier propuesta o acción, la tierra donde han elegido vivir pueda resistir y sobrevivir lo mejor posible. Todo cuidado es poco para la casa común elegida y querida.

La gente ajena afectivamente a la tierra raramente coincide con las necesidades y expectativas reales de gran parte de la comunidad. Una parte de la población cae en la red de la fantasía y de la especulación. El engaño sutil de quien busca el negocio rentable es inicialmente difícil de detectar. El dinero rápido siempre movió intereses a corto plazo por la dificultad de visualizar las consecuencias posteriores. Algunos se quedan en una mirada cortoplacista (qué gano yo ahora), sin darse cuenta de que cualquier respuesta individual perjudica a la comunidad y condena su futuro. Por eso, cuidar nuestro Occidente es llevar a cabo acciones comunitariamente aceptadas, ambientalmente sostenibles y provechosas para quienes conforman el territorio, con mirada inclusiva y diversa, y con visión de futuro.

Para finalizar, me parece importante remarcar que no es posible llevar a cabo una transición energética si no hay personas formadas para la transición. Si accedemos a Educastur y analizamos la oferta educativa de Formación Profesional en Asturias, veremos que en el próximo curso se inicia un solo Ciclo Formativo de Grado Superior en Energías Renovables de la Familia Profesional de Energía y Agua, en un solo centro (el CIFP de Mantenimiento y Servicios a la Producción de La Felguera), y ya hay una amplia lista de espera. Mientras, la oferta en otras comunidades autónomas contempla otros tres ciclos formativos de la familia profesional que no se implantarán en Asturias, al menos de momento: CF Grado Medio Técnico en Redes y Estaciones de Tratamientos de Aguas y los CCFF de Grado Superior en Centrales Eléctricas, Eficiencia Energética y Energía Solar Térmica. Con respecto a la Familia Profesional Agraria, solo se imparten en Luces y Tineo. Sería interesante repartir, especialmente en los centros de las alas, la posibilidad de formación, para fijar población por todo el medio rural asturiano. La transición energética necesita personas formadas, y este es un reto al cual ya llegamos tarde. Es tiempo de cargarnos de energía y renovarnos desde el cuidado a las personas y a nuestra tierra y buscando nuestro propio valor añadido, que es el entorno natural.